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6.7.13

BABEL







 Lacan dijo alguna vez que uno puede saber lo que dice pero no lo que el otro escuchó.
Esto me ocurre con frecuencia cuando expongo alguna idea o reflexión.
Me cuesta entender  el ánimo beligerante de algunos, como si habláramos lenguas distintas, todo se resuelve  en un gano o pierdo.
Tal vez el punto de partida sea una mirada futbolera (en una época en que ese deporte es la religión del planeta) todo se define en  ganar o perder.
 Puedo comprobarlo cuando escribo alguna especulación con un matiz político. Algunos  carenciados de argumentos, recurren a agravios o etiquetas fáciles.
Tener la razón es casi tan imperativo como respirar.
Los rótulos  no dejan de asombrarme, si hay algo que me cuesta saber es, quien soy.
 ¿Quien soy?, es una incógnita difícil de  develar.
Como bien decía Oscar Wilde “ya no soy tan joven como para saberlo todo”.
Sin embargo, con ligereza, casi sin pensarlo, en dos segundos te cuelgan la etiqueta que se les ocurre: comunista, monto, anarco, facho, antisemita,  trosko, populista, sexòpata, posmo, ochentoso, setentista  etc etc
Con los años arribo a la conclusión que tal vez soy un conglomerado de ideas, humores, sentimientos, un microcosmos en perpetuo movimiento..
 Por supuesto que no ignoro el tiempo que me circunda y se de las usinas del descontento, todos los días y en cada noticia te filtran  miedo y desconsuelo, desparraman confusión, quieren crear otra Babel, se olvidan de una cosa… no son dioses.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo parió...Acierto de Lacán.
Stuart Hall dice que hay un afuera constitutivo, no una sustancia de identidad. Se es de acurdo al contexto... se está siendo.
Lo de los rótulos es un problema de los rotuladores.