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3.12.11


 Un frasco de tinta china se derrama dentro de mí, tengo la esperanza que una tormenta se desplome sobre esta ciudad y la borre para siempre.
 Cuando  niño mi madre  me decía que era un lunático, no se bien que quería decir, pero hoy soy un lunático.

Entro en un pequeño bar, solo dos personas: una mujer desvencijada como un piano antiguo,  mira el vacío dentro de un pocillo de café; mas allá, en el rincón más oscuro, una sombra sentada, atisba  con cara de araña,  perpetrando alguna pesadilla.

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