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26.7.11

En los techos de mi infancia deambulaban misteriosos gatos que muchas noches nos llenaban de angustia cuando lloraban como niños desconsolados.

Las siestas de mi infancia eran un suplicio, encerrados en nuestros cuartos debíamos fingir que dormíamos mientras imaginábamos en las manchas de humedad de las paredes seres monstruosos o animales fantásticos

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